Amaneció la mañana con los vidrios rotos.
Ya sé que a ti eso no te preocupa, es más, sé que ni
siquiera te plantearás el porqué, a pesar de haberte llamado con urgencia para
decírtelo. Claro, me olvidaba que otras mil veces hice lo mismo, no necesitas recordármelo.
Pero hoy, quizás por primera vez después de tantos años, siento que nada es
igual.
Si, efectivamente los vidrios están rotos, se han hecho
añicos, horizontalmente y en vertical.
Al fin, consigo verlo claramente. Ahora
que casi me daba por vencida, después de tanta tentativa inútil…
Fuera llueve y el agua camina hacía mis pies, ya nada me
importa ni me incomoda.
Por una vez dejaré que la vida entre y se cuele en mí.
Cuando llegues, no olvides recoger los cristales…
Asun Estévez
Asun Estévez
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